miércoles, 11 de mayo de 2011

Atareados en Siem Reap, Camboya

¿Cómo que atareados? ¿Vuelven a trabajar?

Os parecerá extraño, pero nuestros ociosos protas están trabajando. ¡¿Pero se han vuelto locos o qué?!

Ni siquiera lo buscaron. Una mañana de principios de mayo se montaron en un antiguo tren en la estación de Bangkok con dirección a Arahya Prathet, paso fronterizo entre Tailandia y Camboya. Para aquellos que sigáis las noticias internacionales, os sonará que la frontera terrestre entre estos dos países ha sido objetivo militar de ambas naciones desde hace diez años. Unos templos son el centro de la disputa.

- ¿Cómo que esta casa de hijos de buda es vuestra?-, preguntaban malhumorados los camboyanos.
- ¿Cómo que esta casa de hijos de buda es vuestra?-, respondían preguntando los tailandeses.

Gracias a que el ser humano es el más inteligente de todos los animales del planeta, este problema tiene fácil solución... matarse a tiros. No está cuantificado el número total de militares muertos porque ningún país se ofrece a entregar cifras reales. Los tailandeses se resisten a negociar con un mediador internacional. Algunos dicen que menos mal que es seguro que sólo han muerto militares. Es lo que tiene defender a la patria en la que naciste... o mejor dicho, es lo que tiene defender a quien te paga luchando con pistolitas. ¡Un hurra por los ejércitos del mundo! Mientras haya ejércitos, siempre habrá hijos que añoren a sus jóvenes padres, viudas veinteañeras, padres sin piernas y niños con trajes de camuflaje y metralletas de juguete.

A pesar de todo nuestros gandules cruzaron la frontera sin problema alguno. Nada de tensión en el paso. Nada de militares armados hasta los dientes. Nada de control policial extremo. Calma total. Todo fue mucho más fácil que en cualquier aeropuerto del mundo.

Llegaron a Camboya. Pagaron su visado, se montaron en un autobús y diez horas después de haber salido de Bangkok, llegaron a Siem Reap. Tenían la idea clara de buscar una ONG con la que hacer un voluntariado, ya fuera echando una mano a jóvenes estudiantes con el inglés o ayudando a desarrollar comunidades con escasos recursos.

Empezaron a preguntar a la gente acerca de los voluntariados y su idílico altruismo empezó a verse alterado. Se acercaron a una librería donde preguntaron dos cosas.

- ¿Ey, podemos intercambiar nuestros libros?
- Aquí no intercambiamos. Nos los podéis traer, si nos gustan, los compramos-, respondió secamente el francés calvo y con bigote tras el mostrador.
- Ah, oye, otra cosilla... hemos venido aquí a Siem Reap, y especialmente a Camboya, con la intención de hacer un voluntariado- suponían que al trabajar en un tienda de libros sería un tío educado y que les podría dar buenos consejos- ¿no conocerás alguna ONG que funcione bien, o algún colegio u orfanato dónde necesiten ayuda?
- Si queréis ayudar, no vayáis. Sólo quieren el dinero del turista para seguir manteniendo a los niños pobres y así conseguir que lleguen más turistas que vuelvan a hacer lo mismo que vosotros.
- ¿Cómo? ¡En serio!- se quedaron algo aturdidos.
- Sí, sí. Lo de venir a Camboya a ayudar es el sueño de muchas personas que saben de su triste historia y de la precaria calidad de vida. Lo que no saben hasta que no llegan aquí es que la pobreza es lo que hace que haya turismo en Camboya.

Por lo tanto, si ahora mismo en Camboya la mayor atracción turística son los pobres, y el turismo es la mayor fuente de ingresos del país... ¿estarán dispuestos los que mandan a que se acabe la pobreza? No. Mientras haya pobres, habrá guiris y mientras haya guiris habrá dólares.

Así fue como la idea del voluntariado se empezó a oscurecer. Empezó a debilitarse la voluntad por ayudar.¡Y eso que sólo habían hablado con un librero!

- Bueno, mañana salimos a dar una vuelta y vamos a ver in situ todas las ONG que podamos... a ver qué nos parecen.

Ya de vuelta en la habitación del hostal, que por cierto tenía televisión por cable y WIFI y les recibió con un gigante Osama is dead, buscaron en internet direcciones de ONG en Siem Reap para visitar al día siguiente. En la mayoría de ellas podían hacer un voluntariado desde un día a varias semanas, incluso años... eso sí, pagando una media de 250$ a la semana. Las organizaciones a cambio ofrecían un bonito dormitorio, una sala de TV, una filmoteca, un cocinero camboyano... todo lo contrario a lo que buscaban nuestros holgazanes. Aun así siguieron pensando... “mañana vamos a buscar in situ”.

A la mañana siguiente salieron a por todas, con cierto desánimo, pero a por todas. La primera conversación que mantuvieron fue algo así:

- Sí sí, podéis hacer un voluntariado de varias semanas, sin pagar semanalmente. Lo que pasa siempre es que a los tres días os dirán que necesitan dinero para comprar comida para los niños, y tendréis que darles unos cuantas decenas de dólares, no a los niños, sino a los adultos. El quinto día os dirán que necesitan dinero para arreglar el coche, y os volverán a pedir unas cuantas decenas de dólares; la segunda semana os habrán desplumado y volveréis a vuestro país con la sensación de no haber ayudado nada a los que realmente queríais ayudar.

Un poco más desanimados aún, se cruzaron con una oficina oficial de atención al turismo. Pensaron que podrían pasar y preguntarles por la visita a los templos de Angkor, que es están a 8 km de la ciudad, pero también por la realidad de los voluntariados. El funcionario se sabía de carrerilla cuánto costaba la visita a los templos, cuántos días debían ir para que fuera rentable, cuánto les costaría alquilar unas bicis... todo lo sabía a la perfección, de pe a pa.

Lo curioso fue ver el tartamudeo que le entró cuando le preguntaron por los voluntariados y cuando le comentaron las opiniones que les habían dado. Les dijo que era verdad, aunque dudaron mucho de que realmente entendiera todo lo que le estaban diciendo. Es muy normal por aquí decir que sí a todo cuando no se entiende algo. Aun así les dijo que se pasaran por la tarde. Iba a conseguir algunas direcciones útiles a las que podrían ir.

Nunca más le han vuelto a ver la cara, porque ya con el ánimo por los suelos, vieron un cartel de INTERNATIONAL SCHOOL SIEM REAP, y dijeron “vamos a preguntar allí si necesitan a alguien”. ¡Y vaya si necesitaban! Al día siguiente ya estaban trabajando.

Tres días después ya tenían una habitación decente por 50$ al mes y dos bicicletas cutres para moverse por la ciudad.

Les esperan 45 días de inmersión en Camboya, donde tendrán la oportunidad de descubrir personalmente y en profundidad las verdades del Turismo de la Pobreza. 


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Sezar.

Cuando las postees, te pondre un comentario de valor igual o superior a las foticos.

Un besazo.

GANDUUUUUUUUULES!!!!!!!

Maldonator dijo...

Mis queridos trotamundos españolitos pucelano-pinteños... ¡GRANDE!... uy sí uy la... sí señor. Muy grande este blog y muy interesantes los detalles que mostráis de este loco mundo autosangrantemente oscurizado. Tened cuidado con el agua... y con el picante... ¿no?.
Ruuubiooooo.... cuidarse mucho... que hay mucha gentuza por tós laos.
como diría el Vicen, con el cigarro en la boca, de medio lao: "Qué asco de mundo, macho".

Voluntariado Camboya dijo...

Muy triste que haya grandes ONGs que son un negocio rentabilísimo para sus dirigentes a costa de "hacer que ayudan" a los pobres.

Pero aún así hay oportunidades que merecen la pena, sólo hay que buscarlas.