jueves, 31 de marzo de 2011

Perdiendo el tiempo en el Sur de Tailandia... con gran fortuna, por cierto.

Ya he publicado varias veces a través del Cara Libro el mal tiempo que estamos sufriendo en el Sur de Tailandia. Tan malo está siendo que ha obligado a cambiar nuestros planes; dos veces en tan solo una semana.

Tras sacarnos la licencia para poder hacer submarinismo de aventura en Ko Tao, y ver como el temporal frustraba nuestras expectativas en la pequeña y explotada isla, decidimos marchar rumbo sureste, destino a Kao Lak, junto al Parque Natural Marino de Similan, aparentemente el mejor lugar de Tailandia para practicar el buceo. No sólo éste era el reclamo; también lo era el buen tiempo que haría en esa zona 24 horas después. Habíamos comprobado en windguru.com, página sagrada y alabada por surfistas y buceadores, que el tiempo mejoraría en un par de días como mucho, así que no lo dudamos y cogimos un barco nocturno y un autobús... nos pusimos de nuevo en camino huyendo de las futuras y televisadas inundaciones de Ko Tao.
 












Ahora mismo escribo este post en un autobús (que más bien parece un barco)
dirección a Bangkok, después de haber esperado a que escampara dos días y medio en Kao Lak, la pequeña población desde donde íbamos a comenzar el viaje a las Islas Similan. El Sagrado Windgurú falla igual que todos y cada uno de los hombres y mujeres del tiempo. ¿Sentirán vergüenza al saber que siempre se equivocan? Sé que no lo hacen adrede, que simplemente leen la información que les pasan desde arriba, pero joder, tener menos credibilidad que los reyes magos debería darles que pensar. No me imagino a un doctor o a un arquitecto del que todos pensaran: “psss, total, se equivoca siempre”... y lo que no me imagino es que ese doctor o ese arquitecto siguiera teniendo clientes que le dieran de comer. Quizá los Picazo, Maldonado, Mapa de Isobaras y compañía deberían dejar de fantasmear con esas predicciones a 10 días, o incluso con las predicciones a 48 horas. Que dejen de vender motos.

Por cierto, y hablando de escasez de credibilidad laboral, me ha dado por pensar algunas profesiones que sufran tal lacra. Podrías ayudarme a completar la lista. De momento se me han ocurrido algunas como la citada de presentador del tiempo, y otras como político, pitonisa, cocinero de McDonalds, cura, comercial inmobiliario, policía latino americano...



PD: A Fran, el máquina. Si después de leer estos enlaces sigues pensando que lloriqueamos, te pago un billete a Phuket ahora mismo.

http://www.alertatierra.com/2011/tierra/latierra_0311.htm
http://www.terra.cl/actualidad/index.cfm?id_cat=303&id_reg=1621738

Nos hemos ido librando poco a poco. Acambamos de descubrir, ya en Bangkok, que cogimos el último ferry nocturno para salir de Ko Tao (llevan tres días incomunicados) y que cogimos uno de los últimos autobuses para salir de Surat Thani... ¡Madre mía!

Para tranquilidad de todos, estamos estupendamente en Bangkok, donde a pesar de estar nubladillo, la acera está seca y no tiene visos de llover.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ko Tao. Bien bonita... y explotada.

Isla enana. Muy enana. Cual tortuga de California recién sacada de la pajarería. De esas que te caben en la palma de la mano. Bonita. Muy bonita. Así es este pequeño trozo de tierra que se encuentra en el Golfo de Tailandia, cerca de Ko Phangan y Ko Samui.

Isla explotada. Muy explotada. Cual tailandés que trabaja de siete de la mañana a once de la noche. De esos que te sacan todo el curro sin rechistar. Así viven los lugareños en este trozo de tierra en el que el capital extranjero ordena y manda.

Estos son los dos principales contrastes que se encuentran en Ko Tao. La belleza del lugar: con sus lindas playas, su frondosa jungla y sus relajantes chiringuitos con hamacas a pie de playa; contra el populacho extranjero, que viene atraído por las magníficas zonas de buceo, y que por norma general no muestra empatía alguna hacía el de aquí... si se puede comprar en un Seven Eleven, mejor. Si se puede comer una pizza o un panini, mejor. Si se puede salir por la noche, mejor que sea a un concierto de versiones del pachangueo mundial que al de una banda de música local.

Es difícil y aleccionador contemplar como los autóctonos se dejan los cuernos 365 días al año (según nos ha dicho nuestro instructor de buceo, que por cierto intentó que los tailandeses que trabajan en la escuela tuvieran un día libre a la semana y que consiguió un rotundo NO como respuesta). Es increíble contemplar como una sonrisa siempre les cubre la cara (no sé si en el fondo se cagarán en todas nuestras primas, o si estarán agradecidos de trabajar para nosotros). Es muy difícil saberlo, porque los que venimos aquí andamos desgraciadamente bastante justos de thai. ¡Con la de buenos momentos que podríamos pasar si todos habláramos un solo idioma! Lamentablemente eso es muy difícil de solucionar a estas alturas.

Llegamos aquí el martes pasado. Ya sabíamos a lo que veníamos: a una isla que tiene como único reclamo el buceo y que ofrece precios bastante más económicos que el resto del país. Lo que no sabíamos es que nos encontraríamos tanto capital extranjero.

Aquí se ven pocos carteles escritos con la caligrafía thai. Se ven pocos puestos de comida callejera. Se ven pocos negocios en los que la cabeza principal tenga la piel morena y los ojos achinados. Se ven muchos rubios, se escucha mucho inglés, francés y alemán, y se ven numerosos perro-flautas peninsulares. De Tailandia poco. A esta isla le queda poco carácter. Le queda poca personalidad.

Menos mal que previamente habíamos contactado con una pequeña escuela de buceo (Alvaro Diving Centre) para hacer nuestro curso de buceo avanzado y de aventura. Nos la había recomendado un español que conocimos en Bangkok. Nos informó, con mucha precisión, de que en esa escuela estaríamos alejados de la colmena de escuelas-fábrica que invaden la playa principal, donde cada estudiante es un número y cada certificado un cheque.

Efectivamente la escuela ha sido todo lo que se nos dijo. Trato personal, trabajadores estupendos, instructores atentos y grupos muy reducidos. En nuestro grupo hemos sido tres: Jesse the Kiwi (nuestro instructor neozelandés), Isabel y yo. ¡Qué más se puede pedir! Ha sido un lujazo tener a Jesse de 'profe', con ese acento oceánico tan característico y con gran ansia de conocimiento (cada día se releía lo que podríamos denominar el 'Marca' de Nueva Zelanda para comprobar las noticias relacionadas con su equipo de rugby). Muy fácil conectar con alguien así. En la foto le podemos ver pretendiendo dar una imagen de seriedad, aunque al muy cabrón no había quién le quitara la cerveza de la mano tras las inmersiones del día.


Gracias a él hemos mejorado muchísimo nuestra forma de bucear. Hemos buceado de noche, a 30 metros de profundidad y, por fin, hemos conseguido encontrar el peso ideal que llevar en el lastre... y además hemos sacado el Advance Open Waters, que nos permitirá bucear en los mejores lugares de Indonesia, Vietnam, Filipinas, y allá donde queramos.

Eso relacionado con el buceo. Ahora os voy a contar la mangada de este viajecito: el jueves pasado se celebraba aquí en la isla un mini festival que tenía como nombre 'Save Ko Tao'. Paradojas de la vida: el mini festival estaba organizado por aquellos que se la han cargado. Manda pelotas... bueno, aun así fuimos a ver de qué iba el rollo.

Primera sorpresa, nos enteramos de que el festival se celebraba en la otra punta de la isla, a una hora caminando, por lo que decidimos pillar un peseto. Normalmente la carrera dentro de la isla cuesta 50 bahts por persona. Sólo hay una carretera que la atraviesa por completo, y que no llega a los 7 kilómetros. Cuando preguntamos al primer vehículo que hacía las funciones de taxi, la respuesta fue: '200 bahts', a lo que nosotros respondimos: no, no, no... 50 bahts. - Oh, imposible, contestó. Está bien, le dijimos, no nos importa caminar. 50 metros después aparece el coleguilla con un pick-up más pequeño y con botella de whiskey en mano, con su mujer y su bebé de copilotos y nos dice: - Ok, 50 bahts.

A mitad de camino se para. Pensamos que, como le habíamos pagado la mitad, nos dejaría a mitad de camino. Pero no. Se baja del coche, se acerca a nosotros y nos dice en este inglés tailandés tan peculiar: - tú pagar a mi ahora, mi familia no gusta yo hacer negocios y no quiero que vean yo coger dinero de extranjeros, vosotros amigos, si vienen decir sawadii (hola en tailandés)... Todo esto en mitad de un camino oscuro y con nosotros dos sentados en la parte trasera de furgonetilla. Le respondo alegremente que ok, que le pago ahora, pero que me lleve hasta la fiesta. Me dice sí, sí, no preocupes. Se vuelve a montar al volante y nos lleva hasta el centro del meollo. Por poco no se sube al escenario con la furgo. Nos bajamos de un salto de la parte trasera, nos acercamos a la ventanilla y juntando las manos y haciendo una reverencia nos damos las gracias y nos decimos adiós. Mientras la mujer y su bebé observan la situación desde la oscuridad del asiento del copiloto.

Ya dentro del festival poca cosa que contar. Dos secciones: una thai y una guiri. Una con música local y otra con temas tipo YMCA tocados por tailandeses y bailado por turistas ciegos de alcohol y quizá de algo más. Nosotros pasamos un ratito en cada una. Sin duda damos como ganador al concierto de música local. Nos cautivaron las melodías chirriantes, los pañuelos en cabeza y los meneos de cadera, cintura y cuello. Nos bebimos dos cervezas cada uno. Metimos los pies en el barro. Y a la una, de vuelta a casa.


Muchos pseudo-taxistas esperaban a sus presas al final del único camino que cruza la isla. Debíamos recorrerlo por completo otra vez para llegar a nuestro bungalowcillo. Para nuestra sorpresa, nos pedían 300, e incluso 400 bahts (unos 10€). Ni de coña íbamos a pagar tanta pasta por un trayecto de una hora caminando o de 10 minutos en coche.

Así que decidimos andar. Quizá nos encontráramos a alguien que nos volviera a llevar por 50 bahts. Caminamos unos 3 minutos, y nada. 4 minutos, y nada. Sacamos el dedo en un intento inútil de hacer autstop, y nada. Empezamos a gritar 'taxi taxi' a todos y cada uno de los vehículos que nos adelantaban, y nada. Empezamos a pensar seriamente que nos iba a tocar caminar una horita, con los pies llenos de barro y bajo la ligera lluvia que comenzaba a caer... cuando de repente, dentro de un garaje de mala muerte, vemos a tres borrachillos desparasitando a un perrillo. Al lado del garaje había una motillo. - Taxi taxi, le digo. Respuesta inmediata. - Bla bla bla bla, bla bla bla bla... como si yo fuera a enteder thai. - Taxi, taxi, le vuelvo a decir. Parece que me entienden porque empiezan a señalar la moto. Mientras, uno de ellos emite sonidos de claro contenido etílico.

Se nos acerca uno, el más grandote, señala a la moto, y le digo a dónde queríamos ir: Talaporn Bungalows. Les cuesta entenderme una barbaridad. Isa me avisa de que van cieguísimos, y yo le digo que todos y cada uno de los habitantes de la isla están igual, o peor. ¡Si no, cómo cojones iban a estar desparasitando a un perro! Para hacerlo se necesita cierta concentración.

Uno de ellos se desmarca y coge la moto. En tono jocoso le hago la postura del flamenco: rodilla levantada, codo sobre rodilla, y pulgar de mi mano derecha en la nariz para indicarle sutilmente un leve e informal 'ten cuidado, borrachín'. Le decimos que le damos 100 bahts si nos lleva sanos y salvos a los dos en la moto. No sabemos si nos entiende, pero asiente con la seguridad que atesoran unos cuantos litros de cerveza. Nos montamos... detrás del colega se monta Isa, detrás del todo me monto yo. Tres en una moto. El piloto con su Marlboro de rigor en la boca. Amortiguadores 'clack clack clack'. Chancletas rozando el suelo. Mis piernas en 'constant tension'. Pero gracias a no se quién llegamos a casa pronto, seguros y sin habernos gastado el equivalente a una noche de hotel por un trayecto de siete kilómetros.

Como dice un gran sabio pinteño: 'sólo conduzco borracho cuando voy tan ciego que no puedo ni caminar'.

Gracias a este aforismo sabía que llegaríamos a nuestro destino sin problemas.

Te queremos, Luis.

lunes, 21 de marzo de 2011

¡A COMISARÍA!

No alarmarse,mamás.

Sí, hemos estado en comisaría, pero de momento no se revelará el porqué. Preferimos empezar por lo bueno y terminar con lo menos bueno. Somos de los de: 'tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿cuál te digo primero? La buena, la buena... sin duda.

Hemos pasado el fin de semana en Ko Samui. (Hoy lunes también, aunque no entraba en nuestros planes). Desde el Océano Índico atravesamos la estrecha Península de Malaca para dirigirnos al Golfo de Tailandia, en sólo tres horas de autobús. Al igual que el lugar anterior, se trata de un sitio con unas vistas maravillosas, mejores playas que en Krabí y Ao Nang y con más medios de transporte. Gracias al sistema de alquiler motos, hemos podido alquilar una de 125cc por 200 bahts tailandeses (5 €) durante 24 horas. Sentimos la libertad de poder ir a donde nos diera la gana sin tener a ocho occidentales al lado. Al ser una isla pequeña, la carretera que la rodea no llega a los 60 kilómetros, sólo nos gastamos 4 € de gasolina. ¡Y eso que aquí en Tailandia la gasolina es cara de cojones! Atentos, no sé cómo llevaríamos en España el pagar por un litro de gasolina lo mismo que cuesta un plato normalito del típico bar cutre. Eso es lo que ocurre aquí. Un litro de gasofa vale lo mismo que un plato normal; es decir (y comparando), ¿qué vale un plato de cocido en Madrid? Ni puta idea, pero vamos, pongamos que vale 5 €. ¿Qué pasaría si tuviéramos que pagar 5 € por un litro de oro negro?... Los comentarios irían desde: “Zapatero tiene la culpa”... “eso nos pasa por comprar petróleo a Venezuela”... “al final me van a obligar a ir en bici” o “es que España es así”; o quizá la gente se echaría a la calle a protestar, como vimos hace unos días en Bangkok. No me extraña nada que se quejen y que se manifiesten pidiendo mejoras. Lo que sí que me extraña es que lo hagan con tan poco ímpetu.

Dejando atrás las mierdas políticas, económicas y sociales que hacen de este planeta algo feo, sigo con el fin de semana tropical.... moto a lo Easy Rider; pardillos la primera noche pagando un dineral por cenar en el restaurante de nuestro picadero; algún que otro mosquito porculero; playazas; cataratas;

comidas, cenas y desayunos exquisitos en los puestos callejeros (todavía no hemos tenido cagalera, por lo que pensamos que todas esas precauciones alarmistas al estilo de 'no comas en los puestos que es malo', 'lava la verdura que está terriblemente infectada', 'no al pescado', 'no a la carne' y demás instrucciones intimidatorias, no valen para nada más que para incitar el consumo en comercios con buen aspecto, con personal que habla inglés y con muchas pijadas varias); también hemos tenido sol, nubes, lluvia, tormentas, viento...

Todo esto de viernes a domingo. Y para darle algo de emoción al viaje, porque no molaría tanto que todo fuera perfecto, hoy lunes, en lugar estar buceando en las aguas cristalinas de Ko Tao, hemos terminado en comisaria.

Os cuento la historia. He de decir que si hubiera escrito este texto hace unas horas, justo después del incidente, seguro que el tono de mis palabras sería mucho más colérico. Ahora, y tras relajarnos en varios baretos con unos cafelillos helados y unas birras, veo todo de forma mucho más positiva. Al lío: ayer por la noche, domingo, decidimos reservar el billete de ferry que nos llevaría a nuestro próximo destino, Ko Tao, y nos pasamos por el embarcadero para buscar la mejor opción. En lo que nosotros pensábamos que era la oficina de ventas de billetes nos remitieron al mostrador de información turística que estaba a menos de 5 metros. Allí Isa acordó que zarparíamos a las 11:00 de la mañana de hoy y que nuestro barco tardaría unas dos horas y media. No pagamos por la reserva, porque no nos gusta darle un duro a nadie por adelantado, pero nos dieron una factura decente en la que se indicaba que pagaríamos al día siguiente. Hasta aquí todo normal.

Hoy lunes por la mañana, hemos madrugado para ir al embarcadero donde debíamos pagar los billetes que habíamos reservado. Ya de camino, nos hemos dado cuenta de que la factura que nos firmaron no viajaba con nosotros. Ha debido quedarse en la habitación del bungalow. Malo. Para nuestra alegría, cuando hemos llegado al embarcadero, el señor de la oficina de turismo nos recibe con un cordial y rústico: “ah, I remember you” (“me acuerdo de vosotros”) y nosotros “ah, ok ok, perfect”. Le hemos dicho que nos hemos dejado la factura en donde pasamos la noche y el señor nos ha respondido con un efusivo, y de nuevo algo arcaico “no problem, no problem”. Hemos visto a varios guiris que le han pagado, por lo que nos hemos fiado plenamente de él y hemos soltado la guita. 700 bahts tailandeses por dos billetes con destino a Ko Tao. Guay.

El señor nos dice dónde debemos embarcar y nos avisa de que estemos allí media hora antes. Por seguridad, y por cansancio, estábamos en el sitio indicado con más de una hora de antelación. Mientras esperábamos al ferry, algo muy bonito pasó. Me encontré con la hija de mi profesor del cole, Don Pedro (Ángela), y nos entró una alegría increíble. Encontrarse a una pinteña en una pequeña isla de Tailandia no creo que pase todos los días. Compartimos unas palabras y justo en ese momento nos avisan de que el barco está listo para ser embarcado. Nos dirigimos hacía allí manteniendo la típica conversación introductoria. Le dio tiempo a contarme que lleva años viviendo en una isla vecina, donde es profesora de yoga y donde disfruta de una buenísima calidad de vida. Esta chica estudiaba en mi cole y, de hecho, compartía clase con mi hermano mayor. ¡Gozada! En ese momento un currela de la compañía del ferry me dice: “tickets, please”. Le doy la facturita en cuestión y me dice: “this no ticket” (algo así como “esto no es un billete”) What??? le respondemos al unísono mientras por mi mente se empieza a aparecer el rústico y arcaico hombre de la información turística. ¿Cómo que esto no billete? ¿Qué pasa tú? Esto billete por mis santos huevos. Yo pago 700 bahts y esto billete. El colega me dice que nanai, que vaya a la oficina oficial y que intente canjear la factura. Corro cual galgo hacia allá e Isa se queda esperando a pie de barco. Llego a la oficina en dos minutos y la señora tras el mostrador me dice: “esto no billete, barco lleno, hoy no viajar, buscar a hombre y pedir dinero de vuelta”... No sé cuántas veces me habré cagado en todo mientras corría en busca del colega que nos había vendido esa morralla de billete. Mientras corría pensaba que el tío no estaría allí cuando llegará, pero para mi satisfacción, sí que estaba. Nada más verme, el man notó algo raro en mi rostro y se puso a la defensiva.

- ¿Qué pasa contigo y con tus billetitos para un barco lleno?, le digo.
- No problem, yo devuelvo dinero a ti. Mañana barco no lleno.
¡Será hijo de puta!... esto lo pensé, no lo dije. - ¡Cómo que tú devuelves dinero a mi! Tú dar un billete válido a mi ahora para yo salir de isla hoy!
- No posible, barco lleno, dice de nuevo el champion, mientras su cara se torna en algo tristón en busca de compasión.
- ¡Cómo que barco lleno! ¡Cómo que tu devuelve dinero a mi! ¿Y por qué tu entonces vendes billete a nosotros si barco lleno?
- Ok, ok, el colega coge el teléfono y parece que intenta solucionar el tema.

Todo esto sucede mientras Isabel espera junto con el currelilla del ferry, la hija de Don Pedro y su novio en el muelle. Mientras, el tío habla por teléfono y me dice... sígueme, dándome la impresión de que todo se va a solucionar. Cuando le sigo, veo que no va a la oficina oficial, por lo que le digo: a esa oficina no, a la oficial sí. El tío se niega al principio, pero termina por acceder. Le agarré del brazo con mi mirada de enfadado. Ya en la oficina oficial entabla una conversación con la chica del mostrador en la que parece que ésta le recrimina algo y mirándome me vuelve a decir que no hay billetes. De nuevo el colega me dice... toma tu dinero. De nuevo le digo que no quiero dinero, que quiero mi jodidos billetes. Aquí el mosqueo que tenía era considerable. Al ritmo que cambia mi tono al hablar, volviéndose cada vez más duro, cambia la cara del colega, que se vuelve cada más penosa. He de admitir que era efectiva, pues me dio pena, mucha pena; quizá cometió un error, quizá sentía de veras cuando me decía 'sory, sory, don't know boat full', pero dado que no entiendo un cagado cuando hablan entre ellos, no soy capaz de saber si realmente se equivocó o si me había engañado con premeditación. Quizá el tío pensó que no volveríamos a reclamar, quizá pensó que 700 bahts para nosotros no son ni 20 euros y que no le daríamos importancia. Quizá pensó que, ya con Isabel a mi lado, pues el barco se había marchado, no íbamos a tener valor suficiente como para ir a la policía a avisar de lo ocurrido. Se equivocó.

De nuevo en el mostrador donde la noche anterior habíamos reservado, y hartos ya de gilipolleces, y con la seguridad total de que no saldríamos hoy de la isla, le decimos al colega y a su hermana (que ahora era la que se encargaba de informar tras el mostrador) que, o nos dan un billete para salir de la isla hoy, o nos vamos a quedar allí dando por culo y diciendo a todos y cada uno de los turistas que no contraten nada con ellos debido a su poca profesionalidad. Esto les jode bastante. La chica me dice: toma 400 bahts y vete. ¡Y dale con el puto dinero! ¡QUÉ NO QUEREMOS DINERO, QUEREMOS BILLETE! Dice que no es posible. Le decimos que vamos a comisaría y tiemblan. Como en ese momento llovía a cántaros y no queríamos cargar con la casa que tenemos por mochila bajo la lluvia, Isa coge el chubasquero y va sola a comisaría. Mientras, yo espero con las mochilas junto al mostrador de 'desinformación' con evidente mal humor.

- Hello, me llama la hermana del penoso.
- Hello, what?
- Tu poder ir hoy, 13:45, barco. ¿Tú mujer dónde?
- En comisaria, le digo.
- ¡Comisaria! ¿Verdad?
- ¡Como que verdad! Pues claro... nosotros turístas, no estúpidos.
- Ok, ok... 13:45 vosotros poder ir.

13:00. Isa no llega. Ya llevaba más de 30 minutos por ahí sola. No me gusta. Seguía lloviendo. Me pongo mi mochila en la espalda y la de Isa en el pecho. ¡A comisaria! Aquí pasó lo que pasa siempre... nos cruzamos. Llegó a comisaría e Isa ya no estaba. Dejo las cosas allí y vuelvo corriendo en su busca, de nuevo dirección al puesto de desinformación. Cuando llego allí, la veo discutiendo con la señora, con un policía de testigo. Tras varios minutos, no nos entendemos y todos a comisaria. El madero y la señora en moto y nosotros caminando bajo el aguacero.

Ya en comisaria, y tras mucho dialogar junto a un policía muy amable que hablaba algo de inglés, explicamos lo que pasó, al igual que lo había hecho la señora con anterioridad. Algo así como un juicio rápido del que parece que salimos victoriosos porque el policía nos pregunta: ¿qué querer vosotros de ella? Mmmm, queremos un billete válido para mañana... y ahora lo queremos gratis. También queremos un papel en el que se explique lo ocurrido.

El policía dice ok. La señora se marcha y vuelve a los cinco minutos con dos billetes oficiales y con cara de mosqueo. Nos da los billetes, nos aseguramos de que son válidos y firmamos el papelito de denuncia. Decimos un sarcástico good bye thank you a la señora, damos las gracias a los policías, nos vamos de comisaría y buscamos una pensión donde pasar la noche.

Hasta aquí la que esperamos sea nuestra única aventura de carácter policial.

¿A qué no era para asustarse, mamás?

Xxx

PD: Tendrías que ver los uniformes de los policías. Es algo entallado, cual traje de luces toreril, pero sin adornos. Marcando barriguita y paquete, con los botones a punto de saltar, e incluso con peine en el bolsillo trasero a lo Denny Sucko. Comisaría de pasillos con tocadores donde se acicalaban el pelo cada muy poco tiempo. Digno de fotografiar, aunque nos dio cierto reparo hacerlo.

viernes, 18 de marzo de 2011

AO NANG Paraíso terrenal... paraíso acuático... paraíso grupal.

Marchamos de Ao Nang con una muy grata opinión de este idílico y sureño pueblo costero rodeado de impresionantes formaciones de roca caliza pobladas de vegetación y en las que, supuestamente, se pueden ver monos jugueteando entre la maleza; decimos supuestamente porque en nuestro único intento en busca de primates el resultado fue más que negativo.

Aun así hemos disfrutado de tres días con bastante actividad deportiva y lúdica: canoa en el Mar de Andamán, bicicleta por las poblaciones vecinas, donde disfrutamos de un increíble plato típico de pasta thai por nada y menos en un pequeño bar de carretera donde la única que sabía los números en inglés era la hija de la dueña. También tuvimos la oportunidad de perdernos entre plantaciones de palma y otras verduras que con esmero recogían los lugareños bajo un sol abrasador rodeados de montañas preciosas. No podemos olvidar otras costumbres universales de pueblos playeros como nadar, pasear, dormir la siesta, beber birra en cantidades excesivas (gran resaca el segundo día) y, como es costumbre por aquí, observar pasmado a los guiris acompañados de sus impolutas meretrices quinceañeras.

Sólo tenemos un 'pero' para este lugar. Habréis observado que el título de esta entrada es 'Ao Nang: Paraíso terrenal... paraíso acuático... paraíso grupal'. Ha sido una pena comprobar como los puntos de información turística son meros puntos sacacuartos. Información turística 'mis cojones'. No sólo no informan, sino que desinforman. Todos y cada unos de ellos te niegan un mapa de la zona con el único fin de que reserves una excursión con ellos. Puedes hacer canoa, puedes escalar, puedes montar en bici, puedes ir a ver cascadas (de agua), puedes hacer un montonazo de actividades... puedes hacerlas si pagas. Si no pagas, puedes perderte con la bicicleta de sitio a sitio (algo que no nos disgusta para nada, pero que te deja una sensación de cierto desamparo turístico), puedes montar en canoa (pero no te alejes mucho que tienes que volver a la misma playa sano y salvo), puedes ver cataratas, pero 'uh qué lejos están, solo no puedes ir que te podrías perder'. No te ayudan nada de nada si quieres hacer las cosas por tu cuenta. El turismo independiente parece no ser rentable en estos lares y lo evitan continuamente. Incluso a la hora de preguntar cómo llegar a otros destinos, la pregunta básica es: do you want to book now?, today? tomorrow? how many persons? Good price for you!... Todo está lejos, todo es difícil, todo es pagando. Los resorts ganaron la batalla. Su vieja.

Por cierto, hemos dejado el buceo para otros lugares porque tras bañarnos varias veces con las gafas de natación (tanto cerca de la playa, como cuando nos aventuramos con la canoa) dudábamos bastante de la visibilidad de la zona. El agua está limpia, pero su color verdoso es bastante denso.

martes, 15 de marzo de 2011

De la capital al sur

Tras unos días disfrutando de la metrópolis, el clima tropical nos pide a gritos un poquito de playa... Ao Nang es el lugar elegido para gozar de unos días de playa, senderismo, kayak, submarinismo, escalada y otras tonterías sin importancia...



Por cierto, aquí la cerveza no se sirve en botellines, ni en tercios... se sirve en unos simpáticos 0,675cl... muy agradables para sofocar tan terrible calor. Los baños en el cálido Mar de Andamán también ayudan a hacer de nuestra estancia algo todavía más acogedor.

domingo, 13 de marzo de 2011

Mudanza próxima

Los gandules informan de que, por miedo a quedarse a vivir definitivamente en Bangkok, se han visto obligados a comprar un billete que les lleve al sur. Hace unos días pensaron marchar a Ko Tao, pero dado que todos y cada uno de los mochileros van allí, han decidido cambiar el destino por Ko Lanta; isla menos turística e ideal para bucear sin estar rodeados de guiris borrachos con meretriz quinceañera con ganas de pillarse una castaña continua.

Ya tienen su billete de autobús. Nocturno y en clase VIP. No es que vayan de sobrados y se codeen con la jet set thai; es que son 14 horas de trayecto y no quieren empezar a sufrir de tobillos hinchados, sobacos apestosos y hambre acumulada. Además el billete VIP vale 17€, que por tantos kilómetros no está nada mal. Les han dicho que en el autobús tendrán algo parecido a una cama, baño y servicio de comida y bebida. Se conforman con que la calidad del servicio llegue a la mitad de los mágicos autobuses argentinos, donde ya experimentaron la grata sensación de estar más de 18 horas en carretera. Eso sí, ya que no tienen servicio de masaje incluido, se pegarán uno justo antes de salir ya que la estación dispone de un centro donde puedes estar una hora por 100 thai bahts (2,50€). Con esto, y a falta de sustancias que facilitan el sueño, esperan llevar mejor el largo viaje que les espera. Lo bueno de estos viajes nocturnos es que te ahorras la noche de hotel y que cuando te bajas del autobús puedes ir directamente a la playa, tras haber buscado otra humilde morada y abadonado las pertenencias. De hecho ya se han buscado playas y lugares a los que poder ir en su próximo destino. He aquí un par de fotos. Todavía no lo han decidido.









Por otro lado, han reservado la mañana de mañana para visitar los famosos templos budistas de Bangkok.



¡Os echamos de menos!
;)

sábado, 12 de marzo de 2011

Las chicas del bus 79

Es increíble ver cómo se dejan la vida en ayudarte... nada de prejucios ni miedos, ni tonterías raciales ni mierdas religiosas... lo dan todo. Antes de tomar el bus nos indicaron cómo llegar a nuestra parada. Ellas nos dijeron que iban a otro sitio, pero para nuestra alegría se han bajado en nuestra parada y nos han llevado hasta la puerta de casa... Karpkum kap artistas.


Bangkok Day 2

Sin duda hoy nuestros gandules han disfrutado de un día más completo que el de ayer. Tras dormir como angelitos y evitar que su odiado amigo Jet Lag volviera a encontrárselos, se han pegado la duchita mañanera a eso de las 10.30 y se han puesto en camino.

Un gato esquelético les ha despedido del estrecho callejón donde se encuentra su albergue y súbitamente un olor a carne y pescado les ha llegado al estómago. Algo fuerte para empezar, dijeron. Mejor fruta. Rodajón de sandía y media piña sí sirven de desayuno. Treinta minutos después arroz con pollo y verduras en un puestecito callejero regentado por una Margaret Tachet tailandesa. Tendrías que haber visto cómo tenía a los currantes la sargento. No podían ni respirar. Mientras tanto ella recolectaba la pasta de los clientes y observaba comer a un zagalillo en la silla de enfrente.


Da gusto comprobar como la mayoría de mochileros se reúnen en las cercanías de Rambutri y Kao San, centro turístico por excelencia en estos momentos. Sólo necesitas alejarte unas cuantas calles para estar completamente solo entre tailandeses y disfrutar de la autenticidad de los barrios y sus puestos de comida callejera. Y sobre todo da gusto no ver a tanto viejo inglés, alemán y yankitos de la mano de jovencitas tailandesas. No sé si serán menores o no, porque todos parecen dulces niños. Pero da un asco que te cagas ver guirufos con esa actitud victoriosa que les da el hecho de follar sin tener que currárselo mucho o sin tener que pagar un dineral, como sucede en sus países de origen. Una pena grande.

Por cierto, respecto a lo de que la mayoría de los de aquí parecen infinitamente más jóvenes tiene mucho que ver con la escasez de pelo facial y corporal. Alegra muchísimo saber que multinacionales asquerosas y sacacuartos como Gillette no hagan aquí su agosto con cada cajita de cuchillas. Aquí no se afeita ni dios. Quizá esta sea una de las razones por las que en el otro lado del mundo, los que se afeitan comprando cuchillas, pagan tanto por ese trozo de plástico con uno, dos, tres o catorce metales al final.

Luego barquito por el canal y tren aéreo. Visita a un centro comercial muy moderno, muy bonito y muy enfocado a gastar a lo loco. ¡Qué agobio! Este lado de la ciudad, el de los edificios enormes y brillantes, nos informa de que Bangkok no es sólo tradiciones e historia, sino también modernidad y capitalismo. Cansados del centro comercial, a los 15 minutos decidimos evadirnos en un parque que habíamos visto montados en el Sky Line, el tren aéreo, que petado de currantes de oficina y de obras, descongestiona el caos circulatorio de la ciudad.


Aquí llega lo mejor del día. El parque de Lamputi nos sorprende por su viveza. Cientos de gentes disfrutando de clases de aerobic gratis -entre ellos nuestra querida Isabel- que contoneando sus
rodillas, codos y muslos a vuelto loco al personal. Tanto esfuerzo ha puesto que a los 2 minutos y medio ya estaba reventada y a punto de romper a sudar. Los 30 grados y la altísima humedad también ayudan a perder líquido a raudales. Después unos 15 minutos de yoga, también gratuitos y paseo de vuelta a casa en metro y tuk tuk (esas motos que tienen un compartimento detrás para unas cuatro personas; aunque montan a tantos como puedan) y de vuelta al barrio.

Mañana volveremos al parque sin chanclas, con zapatillas de deporte y ropa de aseo.
Ya de noche ha llegado la hora de los bichitos. De los bichitos cocinados. 2 saltamontes, 2 escorpiones y 2 gusanos fritos y aderezados con soja nos han dado un extra de proteínas que seguro no olvidaremos. Os dejo el vídeo para que lo veáis vosotros mismos.
Lagórn!!!

jueves, 10 de marzo de 2011

3, 2, 1... ya!!!

Comienza la carrera... Madrugón de pelotas en Pinto. Nada de tonterías. Bangkok espera. Despertador a las 6:30 y para arriba a las 6:45. Esos quince minutos gandules tras el primer rebato mañanero saben a gloria.

Hoy el desayuno sabe riquísmo. El hecho de saber que pasará algún tiempo hasta beber leche semidesnatada LAUKI con COLACAO ORIGINAL; sin comer pan tostado con ACEITE DE OLIVA y sal; y sin jiñar en un retrete familiar, hace que disfrute el desayuño y sus postrimerías al 200%. Y si encima tu hermano se levanta, te ayuda a preparar las últimas cosillas y te lleva a la estación, el comienzo de día se podría calificar de 'casi perfecto'.

De camino al aereopuerto, totalmente zombis. Palabras las justas. ¿Cómo puede alguien hablar en un tren a las 7 de la mañana? Recuerdo los días de facultad en los que, o prefería ir solo, o sólo me apetecía encontrarme con mis coregas ultra; con esos a los que podías decir libremente: 'cállate ya', o esos que me lo decían a mi si era yo el que había desayunado lengua. Lo jodido era cuando te encontrabas sorprendentemente con alguien al que, por respeto, por diplomacia o 'por yo-qué-se-que-cojones-qué' no te sentías como para decirle: "¡¿te quieres callar ya, pelmazo?!". Eso si era chungo. 25 minutos de tren con el botón del cerebro en OFF mientras el otro BLA BLA BLA BLA o ¿BLA?... ¿BLA?... ¿BLA?...a lo que le contestabas con un lánguido: ¿en serio? o un ¿qué bien, no? o con un descarado y fingido sueño irreprimible. Momentos porculeramente tensos que derivan en lúdicos escondites matutinos... "detrás de esta columna no me ve"... "a ver si sigue recto y no se entera de que estoy aquí"... y demás tácticas escapatorias.

Volviendo al viaje... una hora después... aereopuerto de Barajas. Seis horas y media después... Doha. Siete horas y media después... Bangkok. Total catorce horas de viaje, contando la hora de tránsito en Qatar. Nuestro vuelo salío a las 10 de la mañana, así que llegamos a Bangkok a las 24:00 hora española (6:00 en la capital Tailandesa). Sol subiendo y párpados bajando. Avión bajando y sueño aumentando. Al mamón del Jet Lag le toca actuar hoy. Se ha comido una noche entera... justita. Y lo peor es que seguirá jugando con nosotros algunos días más.
Como he dicho al principio Bangkok nos esperaba... bullicioso, atascado y colorido (el taxi parecía un museo budista; tenía muchas estampitas de buda; por cierto, clavadas al techo con chinchetas. ¡Ah, y con una señal de prohibido follar dentro!





También amanece con olores buenos. Y malos. Con personas risueñas, que no distingues muy bien si miran, duermen o sueñan... Con un hostal dignísimo a 8 pavos, un almuerzo a 3 y una siesta que se avecina ahora mismo y que no sé si se hará mayor y de siesta se transforme en hibernación tropical. 

Ya me enteraré de algo cuando el Jet Lag termine de actuar.







Yes, we jarl.
Bangkok, 10.3.2011 / 15:55h