jueves, 16 de junio de 2011

MOVIMIENTO ECSTÁTICO 2.0



En el suelo de mi habitación, y mientras a través de la ventana contemplo un perfecto atardecer anarajando de fondo, escribo estas palabras tras haber invertido algo de mi tiempo en el 'paint'. Sí, sí, en el 'paint'... llevaba tiempo sin adentrarme en las profundidades de este mítico programa informático. Me he acordado de las clases de Diseño Por Ordenador del instituto en las que aprovechábamos para chapucear las escasas tareas que nos mandaba la profesora más erótica del centro y para perfeccionar el diseño de gilipolleces de todo tipo. Me vienen a la cabeza un par de obras maestras de contenido evidente: un falo humano escaneado y un escudo del equipo de baloncesto de la liga escolar con un par de huevos y un palo colgando entre las piernas.

¡Qué maravilla de programa! Gracias a él vais a poder saber dónde estamos siempre que echéis un ojo al blog. A vuestra derecha tenéis el Gepe ese: una imagen del mapa del Sudeste Asiático con nuestro recorrido en rojo.

No hemos hecho gran cosa. Las líneas rojas escasean. El tiempo pasa fugaz y los kilómetros sosegádamente. Teníamos la sensación de haber visto numerosos lugares en estos tres meses, pero cuando hemos visto la imagen desde lo alto, nos hemos dado cuenta de lo mucho que todavía nos queda por viajar. Esto acaba de empezar y por suerte tenemos las baterías recien cargadas.

Conseguir llenar el mapa de rojo, sin que ello suponga que el rojo aparezca en la cuenta bancaria, sigue siendo nuestra meta y principal ilusión.

Ayer se nos acabaron los días de movimiento estático: fue la última jornada de trabajo en la escuela de Siem Reap. Llegó el momento de recoger lo plantado y de volar... de volar al bar. No habían transcurrido ni 15 minutos desde que abandonamos la escuela y ya nos habíamos ventilado un par de jarras de cerveza, acompañados por dos compañeros del cole en una terracita con toldos amarillos, acristaladas mesas redondas, cómodas sillas de mimbre y segurata de rigor. Cayeron cuatro jarras más con un tormentón repentino de telón de fondo. Unas cuantas cañas aisladas, tres por cabeza para ser más exactos, llegarían durante la merienda-cena. Un par de pizzas, de las que aquí llaman Happy Pizzas y que no aparecen en el menú del Ecstatic Pizza, nos sirvieron de alimento y de entretenimiento. Quizá pedimos alguna que otra caña aislada más... ¡mmm! Las Happy Herbs, que se escondían inocentemente entre la masa de la pizza y la base de tomate, nos agarraron la comisura de los labios y tiraban de ellas con fuerza hacia las orejas; las carcajadas y las lágrimas de la risa estuvieron con nosotros durante un par de maravillosas horas. Ya entrada la noche, llegaría la hora del postre callejero. Un par de chavalitas, en una moto con un puesto de comida en el sidecar, nos preparon cuatro reconfortantes pancakes de plátano con chocolate. Tiernos y calentitos. Recuperamos la energía perdida y nos sentimos plenos, cual Tony Rominger, para coger nuestros bicicletones y volver a casa tranquilamente, disfrutando de la luna llena escondida entre las nubes.

Esta grandiosa y desternillante despedida laboral da paso de nuevo a los días ambulantes a base de mochila, tallarines, autobusés y barcos. Camboya, desde su interior hasta su costa; y Vietnam, desde el Mekong hasta Hanoi, son los trayectos venideros.

Bye Bye, Ecstatic!

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PD: Si todavía no habéis participado en el CONCURSO FOTOGRÁFICO, hacedlo ya mismo... os quedan 10 días.

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