sábado, 6 de agosto de 2011

Los gusanos hervidos saben a patata

Eran las 12 del mediodía cuando llegamos a Luang Namtha. Una negra cagada de paloma que cayó directa sobre el cuello de mi camiseta me dio cordialmente la bienvenida mientras mantenía la cotidiana conversación con el conductor del tuk-tuk que nos llevaría de la estación al pueblo:

- Hola, ¿qué tal?- le saludé.
- Hola... al pueblo son 10.000 kips.
- ¿10.000 kips, tan lejos estamos, my friend?- repliqué con tono regateador.
- Sí, a 10 kilómetros... 'hostia, te acaba de cagar una paloma en el cuello!... eh, eh, chicos, chicos -dijo llamando la atención a sus colegas- que al guiri le ha cagao una paloma en el cuello... ji ji ji, ji ji ji. 

Después de las chanzas, llegamos al pueblo y nos metimos en el que ha sido nuestro hotel con spa, piscina y gimnasio.

Nos hemos pegado cuatro días de recuperación vital. Veníamos de Vietnam cargados de energía; fue un mes de no parar de moverse. Ya nos merecíamos disfrutar de la calma... y dónde mejor que en este pueblecillo de Laos. Recorriendo sus caminos a pie y en bici, disfrutando del la piscina y del spa gratuitos -llámense cataratas-, bebiendo algo de beerlao con un bocatita de huevos con salchichas en mano y acostándose a las 22:00 de la noche, se levanta uno como nuevo al día siguiente... y todo esto sin ruido.

El pueblo de noche está muerto y de día está convaleciente. No tiene numerosos atractivos, pero sus alrededores merecen la pena. El centro tiene un un par de mercados con fruta,  verduras, cerveza fresca y carne a la parrilla. Ah... y unos cuantos centros de eco-turismo, que te cobran una pasta por hacer lo que llaman un “eco-trekking” o un "eco-kayaking" o un "eco-tesajolacartera"... ¡no son nadie los del eco-turismo! Los alrededores están ocupados por pequeñas comunidades de entrañables personas: algunos chavalillos nos han enseñado técnicas de pesca en los canales de irrigación de los campos de arroz, hemos visto la peluquería de Marcial y hemos aprendido cómo se saca la seda de los capullos de los gusanos.... y ya de paso hemos degustado los gusanos hervidos -se puede ver a uno de ellos flotando en el agua de la perola... ¡cómo si no hubiéramos tenido sufienciente con los fritos!-.


Dos canadienses, Jeff e Isabelle, nos han acompañado en nuestro recorrido. Los conocimos en el bus que nos trajo hasta Laos, y nada más ver la cara del colega mientras se plancha en el autobús, quedamos encantados con su compañía. 

 



Por cierto, ya tenemos billete de avión... el día 25 de agosto volaremos a Kuala Lumpur.

Por delante nos quedan 20 días en Laos... os mantendremos informados.


¡Gandules!




No hay comentarios: